5 años innovando, 5 lecciones aprendidas 😌
- Victoria Cortés

- 29 oct
- 4 Min. de lectura

En un entorno donde todo cambia más rápido que nunca, cumplir cinco años es casi una rareza. Para nosotros no es solo un aniversario: es la confirmación de que la curiosidad, la estrategia y la colaboración siguen siendo nuestras mejores herramientas para evolucionar.
Este octubre no celebramos proyectos ni cifras; celebramos lo que hemos aprendido al acompañar a organizaciones, líderes y equipos que decidieron transformarse.
Estas son las lecciones que nos trajeron hasta aquí —y que seguirán guiando nuestros próximos pasos.
Primera lección:
La verdadera innovación nace de las personas.
Cuando pensamos en estos cinco años de Brixton Venture Lab, no recordamos solo proyectos o resultados: recordamos personas. Esas conversaciones improvisadas que terminaron siendo ideas brillantes, las primeras presentaciones que nos hicieron sentir que algo grande estaba por empezar.
Cada persona que ha pasado por Brixton, sin importar el tiempo o el rol, ha dejado una huella que siempre formará parte de nuestra historia.

Hoy queremos reconocer que esta primera gran lección es también la más simple: confiar en el talento de cada integrante, en esas ideas que suenan imposibles, y construir una cultura en la que equivocarse no es un fracaso, sino una oportunidad de aprender.
A todos los que han sido parte del team: ¡gracias! Su energía, su compromiso y su manera tan especial de ver el mundo siguen siendo el impulso que nos ha hecho crecer 💜.
Segunda lección:
La colaboración es el verdadero motor del cambio.
Ninguna idea, por brillante que sea, crece sola. La colaboración es el hilo invisible que conecta cada avance, hallazgo y logro.
Desde alianzas con corporativos visionarios hasta encuentros fortuitos con emprendedores y universidades, cada colaboración amplió nuestra perspectiva y nos recordó que el futuro se construye compartiendo, no compitiendo.
Colaborar es abrir puertas, escuchar con curiosidad y construir sobre las fortalezas del otro. Y es entender que, aunque el camino sea incierto, juntos siempre llegamos más lejos.
La innovación no nace de los contratos, sino de la confianza —esa que convierte ideas en resultados tangibles.

Tercera lección:
Convertir la intención en acción
Decir que algo es “innovador” es fácil; lograr que se implemente y escale, no tanto. Las ideas solo importan si pueden sostenerse en el tiempo.
Nuestro trabajo está en ese punto intermedio entre la visión y la ejecución:donde una estrategia se convierte en plan, un piloto en proceso y una conversación en resultados concretos.
Creemos en la disciplina detrás del cambio: medir, ajustar, documentar y compartir lo que funciona. Porque la verdadera transformación no sucede en los brainstorms, sino en la constancia y el seguimiento que permiten que las buenas ideas sobrevivan.
Cuarta lección:
Aprender rápido vale más que acertar siempre
Lo que marca la diferencia entre una organización y otra no es evitar errores, sino la capacidad de aprender rápido y adaptarse.
La agilidad no es improvisar: es tener la estructura suficiente para probar, medir y ajustar con intención. El progreso no viene de acertar todo, sino de leer bien lo que no funcionó y convertirlo en aprendizaje útil. Eso requiere humildad, datos y una cultura donde preguntar vale tanto como responder.
Diseñamos espacios donde se pueda aprender sin frenar el avance, porque el verdadero riesgo no está en equivocarse, sino en no detectar a tiempo lo que debe cambiar.
Quinta lección:
El cambio no se gestiona, se anticipa.
Las demandas hacia las empresas evolucionan más rápido que nunca:clientes que esperan coherencia, inversionistas que exigen resultados sostenibles, equipos que buscan propósito real y entornos regulados que obligan a transformarse.
El valor está en anticipar esos cambios. Diseñar estrategias que preparen a las organizaciones para lo que viene —ya sea en su modelo de negocio, su cultura o su relación con la tecnología.
La sostenibilidad, la digitalización y la responsabilidad social ya no son temas paralelos: son parte de la estrategia. Acompañar a nuestros clientes a integrar estos pilares en sus decisiones diarias es la expresión más tangible del propósito con el que trabajamos.
Anticipar el cambio, con propósito, es entender el contexto, leer las señales y construir respuestas que mantengan a las empresas vigentes, coherentes y relevantes en un mundo que no deja de moverse.
Nuestros clientes, nuestros cómplices de innovación
En este recorrido hemos tenido el privilegio de acompañar a empresas que decidieron mirar más allá del status quo.
Cada proyecto con ellos ha sido una oportunidad para aprender, desafiar lo establecido y demostrar que la innovación sí puede generar impacto real en los negocios y en las personas.

Gracias a quienes confiaron en nosotros para recorrer juntos este camino: su visión y apertura son parte esencial de lo que hoy somos. Porque más que consultores, somos parte de su equipo —ese aliado que se arremanga, piensa con ellos y empuja hasta que las ideas se vuelven realidad.
Con ellos descubrimos que la innovación no ocurre para las empresas, sino con ellas.
Seguimos explorando para seguir innovando 🚀
Cinco años después, mantenemos la misma curiosidad que nos trajo hasta aquí, pero con una convicción más clara: nuestro trabajo no se trata solo de innovación, sino de acompañar a las organizaciones a evolucionar.
A veces implica diseñar estrategias para adoptar nuevas tecnologías. Otras, transformar modelos de negocio, repensar estructuras o construir capacidades que permitan sostener el cambio en el tiempo.
No buscamos que las empresas “innoven”, sino que se mantengan relevantes, que aprendan a moverse con agilidad en contextos donde todo cambia más rápido que nunca.
Nos mueve hacer que las cosas pasen: conectar visión con ejecución, propósito con resultados. Y hacerlo desde la cercanía, la estrategia y la acción.
Cinco años después, no somos los mismos —y justo por eso seguimos siendo Brixton Venture Lab💜.





